Fundación Valentín de Madariaga

24/12/14

El caso Pequeño Nicolás: Marca Personal y Brand Essence

En la entrada de esta semana de nuestro blog, hemos querido incluir un artículo muy interesante realizado por Miguel Ángel Pacheco, docente del MASTER EN INTELIGENCIA EMOCIONAL APLICADO AL MARKETING que ofertamos desde nuestra Escuela de Negocios, IBS Spain.


Justo antes de iniciar estas líneas estaba leyendo un interesante artículo sobre el fenómeno mediático “pequeño Nicolás” en el que se comenta sobre la marca personal del personaje.



Así que aprovecho para de nuevo convertirme en el Sísifo que sube la roca de la moralidad del Marketing por la ladera de la montaña del uso común del lenguaje. Es curioso como las personas que nos dedicamos a esto debemos a veces luchar contra los conceptos “publicidad engañosa” o la denostada frase “eso es un producto de Marketing” con la que la gente se suele referir a algo sin fundamento.

Y es que el Marketing tiene su propia ética. No una moral basada en los conceptos judeocristianos que nos acompañan a los que estudiamos en colegios de curas, sino una basada en la utilidad y el sentido común, que al fin y al cabo es lo que rige todas las disciplinas que tienen que ver con la empresa: Resulta que si publicitamos lo que realmente no es, al final tendremos a unos usuarios que se sentirán engañados. Es decir, perderemos a nuestros clientes. En incluso les ofenderemos, por lo que el resultado será inverso al deseado. En mis charlas en IBS Spain siempre digo: Solo hay que tomar un poco de tiempo para pensar, buscar las buenas (=útiles) cualidades de nuestro producto, y enfatizar sobre ellas. Hemos aprendido que en la vida siempre hay un yin y un yang, por lo que es previsible que haya cualidades no tan beneficiosas. Pero que seamos conscientes de que existen no significa que podamos darles la vuelta y convertirlas en lo que no son. No insistamos.

En este momento el pequeño Nicolás, como hemos visto anteriormente en otros casos de famosos momentáneos (¿Cuantas temporadas de GH van ya?), está en la cresta de la ola mediática, y utiliza a los medios para su propio encumbramiento. Y, seamos positivos, de paso nos descubre a los demás lo fácil que es ingresar y relacionarse personalmente con lo que mal llamamos “las altas esferas”.

Ciertamente el personaje en cuestión tenía una marca personal clara (“soy un buen relaciones públicas y consigo cosas”) que utilizó y llevó a la práctica. Con buen resultado. Pero momentáneo.

Y aquí llega el quid: No sólo se trata de tener una buena marca, sino también un buen producto. Brand essence. Como he comentado ut supra, el buen producto es el que soluciona la necesidad del cliente. Si Fran, como el prefiere que se le llame, se hubiese quedado con lo que hacía bien, habría sido el mejor Relaciones Públicas que hubiera podido tener nadie en el gobierno, y seguro que habría podido hacer una gran carrera de ello. ¿De veras cree alguien a estas alturas de la película que no conocía a todos los desmentidores que le están saliendo? El problema surgió cuando quiso jugar a vender un producto que no tenía una base sólida. Y encima se rió de su crédula y ahora despechada clientela.

En este cuento que aún se está desarrollando pero del que todos entrevemos el fin hay dos moralejas que entresacar: La primera es que si queremos entrar en un círculo de clientes (o social como ha sido el caso) necesitaremos tener una imagen definida sobre lo que hacemos y que demuestre cubrir las necesidades de aquellos a quienes nos dirigimos. La segunda, que es la chula, es que además tenemos que tener un buen producto que realmente las colme. Un producto con buena imagen, que aporte beneficio, que sea duradero en el tiempo....


¡Vaya, ya estoy con mi charla sobre Self Branding otra vez!


Miguel Ángel Pacheco


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